Después de hacer trampa – parte IV

La pregunta me llega frecuentemente, “¿Qué debo hacer si hice trampa en mi dieta?” vía mensaje escrito, mensajeros, email, post en el grupo de Facebook, señales de humo o paloma mensajera, se ha vuelto un tema que pareciera estar mal informado. Para comenzar con el final en mente, enfoquémonos en los cinco puntos clave de frente. Revisaremos a detalle cada uno después, pero aquí están en toda su radiante gloria.
1. Revisa las circunstancias que llevaron a la decisión.
2. Entiende, acepta y aprópiate de las consecuencias de tu decisión.
3. No te dejes atrapar en el ciclo de comer en exceso y castigarte.
4. Una dieta no se hace o se rompe en una sola comida o un día.
5. Tus decisiones definen tu resultado, pero no definen tu valor como persona.
Cada uno de estos puntos será revisado en una serie de 5 posts del cual este es el cuarto. Si no has leído las otras partes puedes dar click en el punto uno arriba de este texto para leerlo

Eres Lo Que Comes…Consistentemente

Hemos llegado al punto en la conversación donde el daño ya está hecho.  Tú has (espero) sopesado las consecuencias, tomado la decisión con los ojos muy abiertos y capturado tu monólogo interno que empieza a insultarte…y ahora solo te queda estar sentado frente al brillo del televisor en un cuarto obscuro, en tu ropa interior, con un envase vacío de Ben and Jerry’s entre tus piernas, observando el último infomercial nocturno, y pensando para tus adentros, “¿Sabes? Si podría necesitar un aparato de cocina que cocina un pavo entero en menos de 2 horas”…o quizá así soy yo.

Pero aquí nos encontramos, y mientras la voz comienza a tomar intensidad, a pasar juicios, esta semana hay noticias alicientes que necesitas escuchar…quizá tomaste una pobre decisión, pero no dejes que una mala decisión se convierta en un torrente de malas decisión en una reacción nuclear en cadena de auto-destrucción en el que una mala decisión se vuelve la base para racionalizar toda la serie. ¿No crees que eso sucedes en tu dieta? Veamos…dime si te suena familiar esto:

  1. Bueno, si me como este pequeño helado ahorita, y no como carbohidratos por el resto del día, aún estoy dentro de mis macros…
  2. ¡Oh Viejo!, ese helado tenía grasa y carbs y ahora me falta proteína, pero no puedo comer carbohidratos o grasa por el resto del día…mmm, quizá si me como una pechuga de pollo sola…
  3. Cielos. Lo juro… aún tengo hambre y esto sabe horrible. (seguido por 15 minutos de rumiar por la alacena, refrigerador, gabinetes, cesto de basura, bajo un tronco por algunos hongos y negociar con algún granjero local por algo de suero de leche fresco)
  4. Bueno, supongo que ya destrocé mis macros hoy. Le llamaré a esto un “refeed” una carga de carbs, y regreso al plan después de esto.
  5. Ugh, aún tengo hambre, y estoy hinchado y (bienvenido de vuelta Sr. Antojos) ese fue el MEJOOOOOOR pastel de chocolate que he comido en mi vida.
  6. Bueno, ya arruiné todo mi día, así que empezaré mañana. ¡Hola Papas Fritas!
  7. Enjuague y repita.

 Y luego viene el día de la verdad. Quizá es pesarte en tu junta de responsabilidad o quizá es tratar de entrar en ese vestido que compraste para la boda o la fiesta desde antes que te salieras del plan, o quizá es solo ese momento en el que te miras a ti mismo al espejo y ves lo lleno, lo hinchado, y lo suave de un estómago que no se veía así hace apenas unos días o semanas.

 A esa persona, aquí hay un poco de amor rudo – “Mañana será otro día” pero será igual al día anterior a menos que cambies ese comportamiento que controla tus hábitos.  Y aquí están las buenas noticias que prometí – la comida que acabas de tener llena de masa de galleta y lágrimas, en unas 4 horas, estará en tus intestinos, y dentro de 12 a 18 horas estará fuera de tu sistema. Dentro de las siguientes 48 horas deberás estar mostrando señales de disminución de glucógeno hepático y dentro de 72 horas (hasta para los más necios y lentos metabolismos) estarás de vuelta en el caballo. Esas buenas noticias vienen con una trampa sin embargo: Deja de permitir que una mala decisión dispare otra.

Entonces la pregunta es cómo lo hacemos… ¿Cuál es la fórmula mágica? Sé que te van a sorprender mis respuestas:

  1. Genera un reporte después de la acción (AAR) y sé honesto contigo mismo acerca de tu compromiso con tus metas estipuladas.
  2. Toma cada pensamiento y decisión captivo en tu mente, y friégalo contra el contexto y muestra las verdades y las falsedades.
  3. Deja de comer cosas que no te mantienen hacia tus metas.

Las primeras dos son meramente filosofales, pero la última es muy directa. Alguna vez leí algo donde el autor decía: No somos ladrones de caballos porque robemos caballos. Robamos caballos porque somos ladrones de caballos. ¿Te ves a ti mismo como una víctima de las circunstancias (¡No pude evitarlo…la pizza me llamaba por mi nombre!) o un triunfador sobre tus circunstancias (Escogí hacer esto y no fue benéfico, así que escojo no hacerlo de nuevo)? No puedes vivir en ambos roles – debes tomar una decisión. Y aquí hay un tip de profesionales para ti – ¡no es una decisión de una sola vez! En cada momento de cada día, la vida va a estar sucediendo. Algo no va a salir bien. La perfección escapará de tus manos. Y ese en esos momentos – donde debes escoger si eres un triunfador o una víctima.

Obviamente no quiero dejarte con la impresión de que romper una promesa a ti mismo es algo bueno. Y al final eso es lo que es una dieta. Una promesa que te haces a ti mismo de que deseas el cambio así que estás cambiando tu comportamiento. Pero, como se dice arriba, tenemos este enfoque puritano hacia la dieta en el que decimos, “¡Mientras viva, no volveré a comer McDonald’s de nuevo!”…y luego lo hacemos. Y eso inicia el ciclo de fracasos y castigos discutido en la parte III de la serie. Lo que beneficiaría a todas las personas que quieren ser victoriosos sobre las circunstancias es dejar de prometerse a sí mismos 2 horas, 2 días, 2 semanas o 2 meses en el futuro. Prométete a ti mismo que, “En este preciso momento, yo estoy tomando la decisión de no comer esta comida de nuevo.” Y repite esa promesa cada vez que el pensamiento llegue a tu mente. Aprovecha las herramientas a tu disposición para permitir que la comida sea una lección aprendida, en el pasado, acerca de que dispara las malas decisiones, y captura el momento después de la comida pero antes de que los sentimientos de culpa o vergüenza arranquen al monólogo interno frenéticamente…y *cielos* pon la decisión en contexto, cámbiala a tiempo pasado, y sigue adelante.

Y al final de la comida o día o semana o mes fuera del plan, aquí está la verdad – el resultado que experimentarás no es por una sola decisión hecha en un vacío, es por la suma total de un número de decisiones tomadas en contexto.

Revisa el post anterior de la serie                                                                                             Sigue a la parte 5 de esta serie.